He leído pocos libros de ciencia ficción, alguna novela de Ray Bradbury y poco más, y a pesar de que “Farenheit 451” me encantó, creo que no me fascinó lo suficiente como para prestarle más atención al género. Hace poco leí una crítica de "El juego de Ender" en un blog, y después de que en la FNAC me dijeran que sólo les quedaba un volumen, decidí que sería una de mis próximas lecturas…
Y en una sola palabra puedo decir que es un libro fascinante, de ésos que se devoran, que se acaban demasiado pronto; libros de los que antes de llegar a la última página ya te has comprado el resto de la saga.
Creo que hay un antes y un después de "El juego de Ender", algo te impulsa a descubrir más sobre la ciencia ficción, y me atrevería a recomendárselo a más gente, aunque no se consideren amantes de la ciencia ficción.
Es uno de los libros que parece engañosamente simple, en el sentido de que se lee sin ninguna dificultad y el estilo es muy sencillo, pero realmente oculta una compleja historia, de lucha tanto física como psicológica, marcada por el temor y la rivalidad.
Escrita en el año 1985 por Orson Scott Card, fue galardonada con dos de los premios más famosos dedicados a la ciencia ficción: el Premio Nébula a la mejor novela y el Premio Hugo.
La trama se desarrolla en el año 2070 y los humanos están en guerra con una raza alienígena conocida como “insectores”. El protagonista es Ender Wiggin, un niño prodigio estadounidense reclutado por la Flota Internacional para ser entrenado y convertirse en un líder en la lucha contra los insectores. Y poco más os explicaré. ☺
Aquí tenéis el primer párrafo para ir abriendo boca:
—He mirado con sus ojos, he escuchado con sus oídos, y te digo que es el indicado: o por lo menos, lo más adecuado que vamos a encontrar.
—Eso es lo que se dijo del hermano,
—El hermano resultó imposible. Por otras razones. Independientemente de su capacidad.
—Lo mismo pasó con la hermana. Y hay dudas sobre él. Es demasiado maleable. Demasiado dispuesto a sumergirse en la voluntad de otro.
—No si el otro es su enemigo.
—¿Qué hacemos entonces? ¿Rodearle continuamente de enemigos?
—Si es preciso, sí.
—Creía que habías dicho que te gustaba ese chico.
—Si los insectores le cogen, harán que parezca que soy su tío favorito.
—De acuerdo. Al fin y al cabo, se trata de salvar al mundo. Siga con él.