domingo, 18 de octubre de 2009

Una niña que consigue robar algo más que libros

Hay temáticas que ya se han tratado hasta la saciedad. Por eso, que una temática tan explotada como la de los nazis logre seducirme y emocionarme, tiene su qué.

Tengo que reconocer que al principio estuve un poco descolocada. ¿La Muerte como personaje “humanizado” que ejerce de narradora? ¿Y en plena Segunda Guerra Mundial? ¡Buf, la que me espera!

Pero poco a poco, tanto la historia como su narración te sumergen en un mundo donde los estereotipos se desdibujan; donde el poder de las palabras (y por ende, el de los libros) toma un protagonismo mágico que te invita a seguir leyendo.

El sentido lírico de La ladrona de libros convierte la lectura de esta novela en algo plácido, conmovedor y, a ciencia cierta, altamente recomendable. Y a pesar de que es una lectura amena y entretenida, nos encontramos ante una historia triste, de las de paquete de cleenex cuando se acercan los últimos capítulos.

Se dice que la prosa de Markus Zusak es cálida, que crea un lugar hermoso donde el lector se mece. Según el propio autor, escribió la novela con el corazón y cuando se escribe así, sin pensar en nada más, el escritor disfruta y en su trabajo se refleja.

Con el temor de parecer repetitiva, os recomiendo fervientemente la lectura de La ladrona de libros. Y como de costumbre, os transcribo el primer párrafo del libro.

PRÓLOGO
Una montaña de escombros
Donde nuestra narradora se presenta a sí misma.
La muerte y tú.

Primero los colores.
Luego los humanos.
Así es como acostumbro a ver las cosas.
O, al menos, así intento verlas.

UN PEQUEÑO DETALLE
Morirás

Sinceramente, me esfuerzo por tratar el tema con tranquilidad, pero a casi todo el mundo le cuesta creerme, por más que yo proteste. Por favor, confía en mí. De verdad, puedo ser alegre. Amable, agradable, afable… Y eso sólo son las palabras que empiezan por “a”. Pero no me pidas que sea simpática, la simpatía no va conmigo.

RESPUESTA AL DETALLE ANTERIORMENTE MENCIONADO
¿Te preocupa?
Insisto: no tengas miedo.
Si algo me distingue es que soy justa.

Por supuesto, una introducción.
Un comienzo.
¿Qué habrá sido de mis modales?
Podría presentarme como es debido pero, la verdad, no es necesario. Pronto me conocerás bien, todo depende de una compleja combinación de variables. Por ahora baste con decir que, tarde o temprano, apareceré ante ti con la mayor cordialidad. Tomaré tu alma en mis manos, un color se posará sobre mi hombro y te llevaré conmigo con suma delicadeza.

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